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LOS TRÁMITES PARA LA VUELTA DEFINITIVA (1881-1885)

Al ser ocupada Lima por el ejército chileno en la guerra del Pacífico, el Colegio de la Inmaculada que regentaban los jesuitas en esa ciudad fue convertido en hospital de sangre. Los jesuitas eximidos de su trabajo como educadores y faltos de medios de subsistencia se repartieron por diversos lugares para ejercer sus ministerios. Tres Padres, Antonio Pérez Barba, Gabino Astrain y Francisco Urdaneta, fueron a misionar a Arequipa y de ahí fueron llamados a La Paz, donde en 1882 fundaron el Colegio San Calixto.

La sociedad de Sucre estaba desde 1881 solicitando la presencia de los jesuitas en la capital para fundar un Colegio. Don Aniceto Arce viajó a Roma e hizo trámites para conseguir su venida sin tener éxito en sus demandas. A pesar de las repetidas solicitudes de Sucre, los jesuitas tardaron casi treinta años en llegar de nuevo para fundar el tan deseado Colegio.

En esas fechas el único Colegio católico que funcionaba era el  Seminario de San Cristóbal que acogía en régimen de externado a estudiantes que no aspiraban al sacerdocio juntamente con los seminaristas internos, gozando unos y otros de reconocimiento oficial de sus estudios. Como consecuencia de la Ley de Educación del 6 de febrero de 1900 que imponía una reforma en los programas educativos de tendencia laicista, el arzobispo de Sucre  Mons. Taborga, para que el Seminario mantuviese su independencia de las directrices oficiales, decidió admitir en el mismo solamente a los aspirantes al sacerdocio, a costa de perder el reconocimiento oficial de sus estudios. Al mismo tiempo se empeñó en fundar paralelamente un Liceo con reconocimiento oficial para los jóvenes que no deseaban seguir los estudios eclesiásticos. Compró con esta finalidad dos casas en la misma manzana del Palacio Arzobispal. En esos afanes pensó en llamar a los jesuitas e invitó al P.Tovía, Rector de San Calixto a viajar a Sucre para conocer de cerca el ofrecimiento que se le hacía de tomar la dirección de un Colegio. A pesar del viaje del Padre, Sucre no consiguió su intento. No había llegado el momento oportuno aunque la sociedad de Sucre siguiera pidiendo por diversos caminos le llegada de los jesuitas.

Fracasados los intentos de traer jesuitas, Mons Taborga encontró en el canónigo Mons. Primo Arrieta el hombre providencial para llevar adelante su proyecto. Así nació en 1900 el Liceo Fernández de Córdoba en el que se dio instrucción a la juventud sucrense durante casi una década. Mons. Arrieta, que dirigió el Liceo durante varios años, fue diligente en buscar personal docente, presentándose él mismo y sus profesores a los exámenes de competencia, y tratando y buscando los caminos para que un instituto religioso docente tomase esa labor que él llevaba adelante con tanta dedicación. Antes de conseguir este  propósito le sorprendió la muerte.

La dirección del Liceo Córdova pasó a los Padres de Familia. En 1907 el Arzobispo Mons. Pifferi cedió el Convento de Santa Mónica para que en sus locales se estableciese el Liceo, que después de los arreglos indispensables, se trasladó en 1909 tomando el nombre de Instituto Libre. Los Padres de Familia comprometieron al arzobispo Mons. Pifferi en la misión encontrar los religiosos que pudiesen hacerse cargo del centro.

P. Antonio Menacho S.J.