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ANTONIO VILLALBA, S.J. (1928-2008)

El P. Antonio Villalba, S.J. nació el 9 de septiembre de 1928 en Madrid (España). Después de sus estudios primarios, realizados con muchos sobresaltos durante la guerra y posguerra civil, estudió (1943-1949) Peritaje Mercantil en la Instituto Comercial de la Inmaculada, regentado por los PP. Jesuitas en Barcelona. En 1950 comenzó su servicio militar y después, en 1952, ingresó a la Compañía de Jesús  en Veruela.

Hizo los estudios humanísticos durante un año en Raymat, y dos años de filosofía en Sant Cugat. Al finalizar estos estudios, en 1957 fue destinado a Bolivia donde enseñó religión en  Colegios Fiscales de Cochabamba y, posteriormente, matemáticas en el Colegio Sagrado Corazón de Sucre.

Acabada esta práctica de magisterio, cursó la teología durante cuatro años en Buenos Aires (Argentina) donde recibió el sacerdocio el 22 de diciembre de 1962. Ejerció enseguida como Capellán de los Cadetes del Liceo Militar General San Martín de Buenos Aires.

Acabada su formación, volvió a Bolivia como Ecónomo de la Provincia (1964-71). Fue el fundador y primer Director Nacional de Fe y Alegría en 1966. Fue sucesivamente Director del Colegio San Calixto Nocturno, del Colegio Fiscal Cooperativista Loyola, del Colegio San Ignacio de La Paz. A continuación, en nuestro Colegio del Sagrado Corazón desempeñó el cargo de Administrador y Director entre 1996 y 2000.  Permaneció como Gerente Administrativo del Colegio hasta que su salud le impidió viajar a Sucre hace apenas tres meses. Fue también durante los seis últimos años Administrador del Colegio San Ignacio de La Paz y Ecónomo de la Provincia de Bolivia de la Compañía de Jesús.

Después de una penosa enfermedad, que sobrellevó con admirable fortaleza, fue llamado por Dios a descansar –nunca mejor dicho para un hombre tan trabajador- el día 19 de junio pasado.

Al hablar del P. Antonio Villalba viene a la mente lo que san Ignacio pide a los Jesuitas: que sean “hombres de virtudes sólidas y perfectas”. Es el mejor rasgo del P. Villalba. Austero, trabajador incansable, puntual hasta la exactitud, fuerte frente al dolor, insobornable en sus principios, admirado por su rectitud y su honestidad en el obrar. Era de carácter modesto y humilde. Enemigo de aparentar y de homenajes.

Muy exigente en la dirección de los Colegios. Apreciado, pero también, a veces, temido por alumnos, padres de familia y colaboradores. Pero estos mismos, al pasar del tiempo y al enfrentarse con la difícil realidad de la vida, revalorizan la imagen del P, Antonio y le guardan un profundo agradecimiento.

Fue consejero muy apreciado. Había sido el fundador de Fe y Alegría y hasta el fin de su vida fue consejero de la Dirección General. Lo mismo podemos decir de la Provincia Boliviana de la Compañía de Jesús para la que trabajó como Ecónomo durante tantos años y orientó con su experiencia los caminos seguros que debían seguirse. Su gran pericia en el manejo de las finanzas nunca la aprovechó en beneficio propio sino que deseo ponerla al servicio de todos, especialmente de los más necesitados.

 El Colegio Sagrado Corazón también le debe mucho por los años de su vida que le dedicó, por las orientaciones que dio durante su dirección, por las mejoras sustanciales en su infraestructura (edificio de secundaria y Coliseo) y por la sistematización y estabilización de sus finanzas. Por todo ello le recordamos con aprecio y le estamos muy agradecidos.

El P. Antonio Villalba fue un trabajador incansable, y lo hizo con toda naturalidad y sencillez. El supo aplicarse a la perfección las palabras de Jesús. “Ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que Dios les manda, deberán decir: (…) no hemos hecho más que cumplir nuestra misión”. (Lc 17,10)

Por encima de sus cualidades humanas, el P. Villalba era un hombre de Dios y de un gran celo sacerdotal. Sin duda su fuerza para el trabajo y para soportar los dolores tan fuertes que tuvo en los últimos meses, le venían de su oración y de la celebración diaria de la Eucaristía, costumbre que jamás dejó.  (Testimonio de la enfermera: cuando despertaba en la noche, rezaba… Sus respuestas al interesarse por él “bien”, “normal”).

Antonio Villalba fue muy apreciado por todos aquellos que han sabido descubrir, debajo de su apariencia fría y austera, un corazón grande y generoso, entregado hasta el sacrificio a servir a Dios y a ayudar al prójimo. Todos compartimos la esperanza de que ya habrá escuchado de labios de Jesús: “¡Bien! Siervo bueno y fiel. ¡Entra a participar de la gloria de tu Señor!” (Mt 25,21)

 

Sucre, 18 de julio de 2008  

P. Antonio Menacho S.J.